Te peinas de mañana ante el espejo,
Sacudes las espigas de tu cara,
Cimbras tu paso haciéndote trigal,
Comes los granos dulces
Peleas con los pájaros,
Bebes lluvia del cielo.

Puse un día en tus pechos mis dos manos,
Doblé tu cuello con un beso fértil,
Aré en tu vientre hasta sembrar el hijo,
Y el trigo nos miraba,
Ondeando sus señales
Su melena de cobre.

¿te das cuenta que nada es tan oscuro
Como una vida en la que no hay trigales?
¿te das cuenta que el mundo queda ciego
Si apagas las espigas rumorosas?
¿te das cuenta que el hombre es una espiga?
¿que toda espiga se convierte en hombre?
¿y que por siglos combatimos muchos
Para que nadie sea dueño nunca
Del trigo, pan y padre
Que es de todos?

El trigo va moliéndose en tu sangre,
Se transforma en harina silenciosa,
Se resuelve en el pan de cada día,
Va directo hacia el hombre
Dormido en tus caderas
Que parirás mañana.

Ya ves que todo es trigo, dulce mía:
Trigo cuando me miras y sonríes,
Trigo cuando sollozas y desgarras,
Trigo cuando te duermes,
Trigo cuando despiertas,
Trigo cuando susurras.

Por aquel que descubrió en ti su gruta,
Por aquel que arderá entre las manzanas,
Por aquel que abrirá un río en tu pecho,
Echamos las semillas luminosas;
Por aquel inventamos los trigales,
Enderezamos las cosechas turbias.
Somos vigías de la tierra entera
Para que nadie sea dueño nunca
Del trigo, pan y padre
Que es de todos.

Composição: Desiderio Arenas / Patricio Manns