395px

No corsito do bairro

Reinaldo Yiso

En el corsito del barrio

La conocí en Puente Alsina,
en el corsito del barrio,
yo iba de presidiario
y ella de colombina.
Jugamos con serpentina,
después con papel picado
y al rato de haber charlado
temblando le confesé,
quisiera mirarla a usted, ¡mamá!,
sin su antifaz colorado.

Y no, muy fulera no era la mina, claro,
las cuatro hermanas mayores
tuvieron que tirarlas ¡mama mía!

Porque se lo habré pedido
casi caí desmayado,
tenía el cuero arrugado,
y un ojo lo había perdido,
tenía el labio torcido,
le faltaban cinco dientes,
una bocaza sonriente,
grandota como un buzón,
la nariz como un morrón, ¡mama mía!,
y pelos hasta en la frente.

Se fue acercando mimosa,
mientras abría los brazos,
yo, me esquivé del zarpazo
y ella seguía cargosa.
Cuando la vi peligrosa
le dije en tono galante:
Mañana mi sol brillante,
¿dónde te puedo encontrar?
Mañana en el Shangri-lá,
soy la mujer elefante, soy.

Ni Drácula, el Hombre Lobo,
ni Frankenstein eran nada
yo solté la carcajada
y ella explotó como un globo.
Al punto vino el retobo
la vi que alzaba la mano,
cerré los ojos y hermano,
no sé que pasó después,
estoy en la sala diez
del Hospital Italiano.

No corsito do bairro

Eu a conheci em Puente Alsina,
no corsito do bairro,
eu ia de presidiário
e ela de colombina.
Brincamos com serpentina,
depois com papel picado
e logo de ter conversado
tremendo eu confessei,
queria olhar pra você, mamãe!,
só que sem sua máscara vermelha.

E não, muito feia não era a mina, claro,
suas quatro irmãs mais velhas
precisaram se mandar, mamãe!

Porque eu pedi tanto
e quase desmaiei,
tinha a pele enrugada,
e um olho tinha perdido,
tinha o lábio torto,
faltavam cinco dentes,
uma bocona sorridente,
grandona como uma caixa de correio,
a nariz como um morrão, mamãe!,
e pelos até na testa.

Ela foi se aproximando dengosa,
mientras abria os braços,
eu, me esquivei do ataque
e ela continuava insistente.
Quando a vi perigosa
e disse em tom galante:
Amanhã meu sol radiante,
onde posso te encontrar?
Amanhã no Shangri-lá,
sou a mulher elefante, sou.

Nem Drácula, o Homem Lobo,
nem Frankenstein eram nada
eu soltei a gargalhada
e ela explodiu como um balão.
De repente veio o rebuliço
a vi levantando a mão,
fechei os olhos e, irmão,
sei lá o que aconteceu depois,
estou na sala dez
do Hospital Italiano.

Composição: