395px

A Vila

Adolfo Celdrán

El Pueblecito

Era un pueblo pequeñito
lejano de la ciudad
donde el sol sabe a trabajo
y la lluvia sabe a pan.
Las muchachas a manzana
(como dijo algún juglar),
era, en fin, un pueblecito
que nadie quiso cantar.
Las casas eran de adobe
de color todas igual;
era el suelo color tierra
(era suelo natural).
En el corral las gallinas,
el cerdo (¡qué gordo está!)
y si el mulo no descansa
luego no trabajará.
En la iglesia, una campana
llama al hombre a trabajar.
Terrones de tierra abierta
pronto lo recibirán.
El sol, unas sombras largas
contra el suelo aplastará.
Sombras de bestia y de hombre.
Sombras que vienen a arar.
Más allá una sombra breve
(sombra de mujer, quizás)
va sembrando la simiente
que luego germinará.
Mientras los hombres trabajan
la tierra madre del pan
los pequeños, en la escuela,
a escribir aprenderán
La mujer que queda en casa
los más chico cuidará,
lavará la ropa sucia
y preparara el yantar
Cuando el sol de vaya yendo
hombre y mulo volverán.
Al mulo, el corral lo espera.
Al hombre, lo espera el bar.
El vaso de vino tinto;
las cartas, muy viejas ya;
el que nunca dice nada
y el que no sabe callar.
El Nemesio, ya borracho,
volviéndoles a contar
de cuando estuvo en la guerra
(que estuvo de capitán).
- ¿Que tú envidas? pues yo paso.
- ¡Que se salen! - ¡A callar!
- Cuando yo estuve en la guerra...
- ¡Que nos vuelven a ganar!
- ¡Asturias, patria querida...!
- ¡Así no se "pué" jugar!
- ¡Otro tinto p'al Manolo
que es el que los va a pagar!
Uno a uno, poco a poco,
a descansar marcharán.
Que mañana, a la mañana
hay que volver a empezar.
Y esta es la vida, señores,
en este pueblo vulgar.
El que es pobre, tiene poco;
el que es rico, un poco más.
El Alcalde es siempre el mismo,
como el cura y el del bar,
como el médico y el tonto
y el guardia municipal.

A Vila

Era uma vila bem pequena
longe da cidade
onde o sol tem gosto de trabalho
e a chuva tem gosto de pão.
As moças na maçã
(como disse algum trovador),
era, no fim, uma vilazinha
que ninguém quis cantar.
As casas eram de adobe
com a mesma cor;
era o chão cor de terra
(era chão natural).
No quintal as galinhas,
o porco (como tá gordo!)
e se o burro não descansa
depois não vai trabalhar.
Na igreja, uma campainha
chama o homem pra labutar.
Terrões de terra aberta
logo o receberão.
O sol, umas sombras longas
contra o chão vai esmagar.
Sombras de besta e de homem.
Sombras que vêm pra arar.
Mais adiante uma sombra breve
(sombra de mulher, talvez)
vai semeando a semente
que depois vai brotar.
Enquanto os homens trabalham
a terra mãe do pão
as crianças, na escola,
vão aprender a escrever.
A mulher que fica em casa
cuidará dos menores,
lavará a roupa suja
e preparará o rango.
Quando o sol for se pondo
homem e burro voltarão.
O burro, o quintal o espera.
O homem, o bar o espera.
O copo de vinho tinto;
as cartas, já bem velhas;
o que nunca diz nada
e o que não sabe calar.
O Nemesio, já bêbado,
vai contando de novo
quando esteve na guerra
(que foi capitão).
- "Que você inveja? Pois eu passo."
- "Que eles saem!" - "Cala a boca!"
- "Quando eu estive na guerra..."
- "Que eles vão ganhar de novo!"
- "Astúrias, pátria querida...!"
- "Assim não dá pra jogar!"
- "Outro tinto pro Manolo
que é ele quem vai pagar!"
Um a um, pouco a pouco,
vão marchando pra descansar.
Que amanhã, de manhã
tem que voltar a começar.
E essa é a vida, senhores,
neste povo comum.
Quem é pobre, tem pouco;
quem é rico, um pouco mais.
O prefeito é sempre o mesmo,
como o padre e o do bar,
como o médico e o tonto
e o guarda municipal.

Composição: